Digna de ser novelada fue la vida de la gran poetisa cubana Luisa Pérez y Montes de Oca (1837-1922), más conocida como Luisa Pérez de Zambrana. Nació en la finca El Melgarejo, cerca de las minas de El Cobre, Santiago de Cuba. Sufrió, a muy temprana edad, la muerte de su padre, marcando esta tragedia la vida de su familia que luego se trasladó a Santiago de Cuba. Había llegado al mundo con el don de la poesía y un alma luminosa. Apenas con 14 años escribió y publicó, ayudada por unos amigos intelectuales, un cuaderno de versos que recorrió la isla.
Los leyó con sorpresa y gratitud el afamado intelectual habanero Ramón Zambrana, quien ya había sentido su alma henchida de gozo con el talento de la adolescente escritora. Al contemplar su imagen en una foto, quedó completamente enamorado de ella y se dispuso a emprender el largo viaje hacia el oriente cubano para confesarle su amor. Triunfó en su empresa, pues la poetisa tuvo a bien aceptar sus amores y se casaron en La Habana, en 1858. De tan ferviente amor nacieron cinco hijos. Su amado esposo murió ocho años después. Luego, vio morir a su hermana Julia y uno tras otro a sus cinco hijos. Su dolor quedó inmortalizado en su poesía de tono elegíaco, de la cual destacamos su obra «La vuelta al bosque», dedicada a su esposo.
De ella dijo José Martí: «Es Luisa Pérez pura criatura, a toda pena sensible y habituada a toda delicadeza y generosidad. Cubre el pelo negro en ondas sus abiertas sienes; hay en sus ojos grandes una inagotable fuerza de pasión delicada y de ternura; pudor perpetuo vela sus facciones puras y gallardas, y para sí hubiera querido Rafael el óvalo que encierra aquella cara noble, serena y distinguida. Cautiva con hablar, y con mirar inclina al cariño y al respeto. Mujer de un hombre ilustre, Luisa Pérez entiende que el matrimonio con el esposo muerto dura tanto como la vida de la esposa fiel. (…) se hacen versos de la grandeza, pero sólo del sentimiento se hace poesía».
