El 27 de enero de 1860, regresaba a Cuba, después de 23 años, la afamada poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda (Camagüey, 23 de marzo de 1814 – Madrid, 1 de febrero de 1873), precedida del gran éxito cosechado en la península ibérica. Era conocida y admirada por todos por su gran talento y por poner en alto el nombre de su isla.
Ese día, en el teatro Tacón, la Avellaneda sería coronada por la joven poetisa cubana Luisa Pérez de Zambrana, quien con su buen hacer literario, se había ganado el honor de colocar sobre la frente de la homenajeada el suntuoso premio. Días después, por parecerle demasiado premio para su modesta frente, Tula, como era conocida coloquialmente la Avellaneda, tuvo a bien ofrecer la dorada distinción a la Virgen de Belén, en el convento del mismo nombre.