El próximo 28 de abril estaremos festejando en Cuba y en toda Iberoamérica, el 92 cumpleaños de una de las voces más trascendentes y singulares de la lírica cubana: Fina García Marruz. Desde 1942, cuando publicó su primer libro Poemas, hasta hoy, Fina ha construido una estirpe, un templo donde vierte su mirada poética, atenta a las enseñanzas de Juan Ramón Jiménez, José Lezama Lima o Gabriela Mistral. Madre de dos músicos virtuosos, esposa de Cintio Vitier, amiga entrañable de Eliseo Diego, Gastón Baquero, Virgilio Piñera, sus ensayos sobre José Martí o sus semblanzas sobre María Zambrano, exteriorizan una obra singular, que le ha merecido el Premio Nacional de Literatura en 1990, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en el 2007 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el 2011.
Es justo entonces recordar que una de las voces más profundas, más totales de nuestras letras, vive en La Habana para recordarnos que «solo al hombre común, le sucede el azar…»