En el buzón del jardín no es solo un libro, sino también una casa. Así lo quiso la niña que habla en estos romances y décimas mientras descubre las pequeñas historias y las nobles criaturas que habitan en su hogar. La voz y la mirada de Lisandra son de algún modo, también, la mirada y la voz de la ternura. Según la Historia de la literatura cubana del Instituto de Literatura y Linguística, prestigiosa institución académica cubana, este libro «evidencia la validez de la décima para la comunicación con el público infantil, y en un recorrido por la casa va encontrando en sus rincones las motivaciones necesarias para legitimar para estos lectores el verso de alto vuelo y fina estructura».